En primera instancia, pareciera ser una canción apocalíptica, sin embargo, se trata de una fuerte crítica al comportamiento humano y su consumo excesivo de los recursos, el cuál está llevando a la destrucción del planeta, invitando además a las personas a reflexionar ante esto.
Es además una de las pocas canciones de Tsidkenu donde se escuchan voces guturales, por lo que es una pieza que gustará no solo a los seguidores del metal progresivo. La Portada muestra un monumento antiguo con un reloj en llamas, haciendo alusión a que el tiempo se está consumiendo mientras todo se está derrumbando, se coloca también el ojo de un animal en los cielos, en referencia a los grupos élites que indiscriminadamente son los que están detrás de toda la destrucción y colapso de nuestro planeta a causa de la ambición.
Este tema, fue escrito y compuesto por Hugo Durón con apoyo de su hermano Thomas en la composición, marca también la nueva etapa de Tsidkenu con sus nuevos integrantes: Edgard Soriano como vocalista y Elias Octavio en el bajo.
Tsidkenu está creando nuevo material y proyectos al más alto nivel de lo que puede esperarse por una banda que radica en un país con muy poca actividad metalera en su sociedad y una inexistente industria musical, por lo que se continúan abriéndose paso en espacios para que su música suena más allá de las fronteras de Honduras.
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